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Lucernas mineras

  • María Martín
  • 8 mar 2017
  • 2 Min. de lectura

Las lucernas romanas utilizadas en la minería son fácilmente reconocibles ya que son objetos de iluminación que tienden a ser piriformes, es decir, en forma de pera, y cuyo acabado es más bien tosco y sin decoración alguna. Si bien es cierto que la Arqueología ha encontrado algunos ejemplos de lucernas mineras decoradas, esta decoración no puede compararse con las lucernas que formaban parte de la vida cotidiana. Aparte, la poca decoración o la escasez de la misma se traduce en la importancia que tenía la lucerna como elemento material en sí mismo, en el que se buscaba la solidez y la capacidad suficiente para el aceite.

Prácticamente todos los ejemplos de lucernas mineras hallados en la península pertenecían a una producción local que se ubicaba en el suroeste, en torno a la zona minera de Riotinto, cuyo uso y producción lo podemos enmarcar entre los siglos II y III d.C., si bien algunos investigadores remontan su aparición incluso a finales del siglo I d.C. Esta producción, bastante voluminosa, no pretendió ser objeto de exportación como cabría esperar, sino que la fabricación de estas piezas estaba destinada a satisfacer únicamente la demanda local para las minas de la península debido a la importancia que la lámpara de iluminación podía tener.

La iluminación de las galerías y pozos en los que trabajaban los mineros fue una de las mayores necesidades a paliar. Para este fin se empleó en época romana un sistema que consistía en excavar pozos verticales separados entre sí y por los que entraría la luz del día y también serviría como elemento de ventilación. Cuando esto no era posible o no era suficiente, los mineros romanos se servían de las lucernas para una mayor iluminación en las entrañas de la tierra. A tales efectos se han encontrado ejemplos en la mina romana de Riotinto de nichos en las paredes de las galerías en los que se depositaban las lámparas de aceite. Aparte, junto a estas lucernas se han encontrado pinzas de cobre con las puntas dobladas hacia dentro para renovar la mecha tirando de ésta de vez en cuando.

No obstante, la utilidad de este elemento no fue sólo el de la iluminación de la mina, sino que también fue usado como reloj. En efecto, debido a la oscuridad que habría en las minas es comprensible perder la noción del tiempo, por lo que los mineros hacían recuento del tiempo aproximado que llevaban en el interior atendiendo a la vida de cada mecha. El tiempo que podían pasar sin salir al exterior y sin ver la luz del sol lo conocemos gracias a las fuentes literarias, donde se nos menciona que podían pasar en las minas varias semanas e, incluso, meses.

Con galerías llevadas a largas distancias en el interior de la montaña, a la luz de las lucernas que se usan para medir el trabajo, los mineros no verán la luz del día en varios meses.

Plinio el Viejo, Historia naturalis, XXXIII, 21-5.


 
 
 

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