Lucernas funerarias
- María Martín
- 2 mar 2017
- 3 Min. de lectura

Las lucernas no sólo sirvieron como elemento de iluminación para los vivos sino que también se entregaron a los difuntos para iluminar su estancia en el Más Allá. Esta práctica no fue únicamente romana, sino que existió desde antaño en el Mediterráneo oriental y fueron los fenicios quienes la llevaron por todo el Mediterráneo, pues se pensaba entonces que la iluminación para la vida de ultratumba era algo indispensable. Tanto es así que en Roma particularmente era obligatorio acompañar al difunto al cementerio por la noche a través del camino iluminado con lucernas.
Donde más lucernas se han hallado a lo largo de las investigaciones arqueológicas ha sido precisamente en las tumbas, pues aparecían como ajuar sin signos de combustión, por lo que sabemos que no fueron utilizadas. Lógico es por lo tanto que la mayoría de los ejemplos de lucernas aparezcan en este contexto, pues al no ser utilizadas siempre permanecieron en el mismo sitio.
Uno de los aspectos que más llama la atención en este campo es que las lucernas aparecidas en contextos funerarios no tiene una decoración determinada y mucho menos ésta tiene un sentido funerario, pues se ha encontrado una gran variedad de lucernas funerarias con motivos decorativos muy diferentes que en nada difieren a las lucernas usadas en la vida cotidiana. Aparte, ni siquiera la morfología es la misma. Por lo tanto, lo único que nos señala que una lucerna sirvió como ajuar funerario es el hecho de que apareciese en una tumba, o si no, la ausencia de marcas de combustión.
Ejemplo de ello son las lucernas expuestas en el museo. La lucerna que pertenece a la tumba de un niño (arriba a la izquierda) es una lucerna de volutas y presenta ausencia de decoración, siendo lo único decorativo las molduras que enmarcan el disco. A continuación encontramos la lucerna de la tumba de un hombre (arriba a la derecha), también de volutas, en cuyo disco aparece a modo de decoración un grifo alado en pleno vuelo hacia la derecha. Los grifos nada tienen que ver con el mundo funerario, pues eran animales mitológicos con pico de águila, grandes alas y cuerpo de león que se consagra a Apolo. En los ajuares funerarios expuestos abajo aparece una lucerna de disco de mala calidad (abajo a la izquierda en la tumba de una mujer). Los únicos motivos decorativos de esta lucerna son dos líneas incisas que delimitan una moldura circular y las perlas que presenta al rededor de todo el disco. Frente a esta lucerna sin decoración encontramos a la derecha, en la tumba de otra mujer, una lucerna de disco en el que aparece un busto femenino de rasgos toscos con un hombro cubierto por una túnica. Por último, en la vitrina de la derecha, formando parte del ajuar de una niña aparece una lucerna de disco. El rostrum aparece decorado con hojas y motivos vegetales mientras que el disco presenta la figura de un felino a la carrera.
Tras ver la variedad de lucernas que se encuentran en las tumbas romanas, la Arqueología puede afirmar que la utilidad que tenía la lámpara en el contexto funerario no era otro que el iluminar la vida de ultratumba, ya que la decoración no muestra ningún atisbo de tema funerario. En definitiva, la utilidad de las lámparas de aceite en las tumbas sería la misma que para los vivos, no habría distinción. Únicamente tendría otro significado añadido como sería el simbolismo del tener que iluminar el camino de la muerte para poder conseguir la paz eterna, que sin luz sería algo imposible de alcanzar.
Luego suena la trompeta, se encienden las lucernas y, en fin, nuestro señorito, bien compuesto en el elevado lecho y empapado de ungüentos aceitosos extiende sus pies rígidos hacia la puerta, y los que desde ayer son quirites se cubren la cabeza y se llevan el cadáver.
Persio, Sátiras, III, 103-107.
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