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Las lucernas de la vida

  • María Martín
  • 6 mar 2017
  • 3 Min. de lectura

Las lucernas expuestas como parte de la “vida cotidiana” muestran formas y decoraciones muy variadas como se puede ver a simple vista, lo que nos muestra un amplio repertorio en el gusto romano.

La primera lucerna, situada a la izquierda, es del siglo I d.C. y procede de Egipto. Lo que más llama la atención es, por supuesto, su forma. Esta forma tan característica se conoce como lucerna de volutas tipo Dressel 12 y se caracteriza principalmente por tener dos o más rostra, unidos por roleos al disco, cuya única función es iluminar una estancia con más potencia y durante más tiempo. Debido a su gran tamaño y a la cantidad de picos que tiene este tipo de lucerna, los alfareros romanos tuvieron que dotarla de un asa de importantes dimensiones para que hiciera de contrapeso y la lucerna fuese estable. Este asa puede terminar en un triángulo, normalmente decorado, o en un cuarto de luna creciente, pero cuya función es la misma. En cuanto a la decoración de esta lucerna, aparece en el disco el busto de una mujer que se ha interpretado como una Venus, una de las diosas más importantes a comienzos del Imperio debido a que Augusto se emparentó con ella a través de la obra literaria la Eneida de Virgilio.

La siguiente lucerna es una lucerna de disco, denominada así porque el elemento predominante y más amplio es la orla del disco. La decoración que presenta esta lucerna es una escena erótica en la que se puede distinguir un varón penetrando a una mujer por detrás estando ambos de pie. Las escenas eróticas, aunque nos puedan sorprender actualmente, eran escenas muy codiciadas por los romanos y las encontramos en numerosas ocasiones. Si bien es cierto que este tipo de decoración estaba limitada al ámbito más privado de los romanos.

Las siguientes dos lucernas son muy parecidas en la decoración aunque difieren en la forma. La primera de ellas es una lucerna de volutas, ya que se une el rostrum al disco mediante roleos (este tipo empieza a fabricarse en tiempos del emperador Augusto y durará hasta el siglo II d.C.) y la segunda es de disco. No obstante, la decoración es similar ya que ambas presentan dos animales. La primera un escorpión, la segunda una gacela. La decoración a base de animales es frecuente en las lucernas y su única función era la de servir como motivo decorativo, ya que no debemos buscar un mensaje allí donde sólo hay una simple figura.

Las últimas dos lucernas son lucernas de volutas y tienen ambas una decoración mitológica. La primera de ellas presenta un Eros-niño y la segunda un Tritón. Los motivos mitológicos son muy usuales también en el decoración de las lámparas de aceite y nos muestran el gusto de la sociedad romana por los mitos y por su religión. Estos dos ejemplos son los que encontramos expuestos en el museo, pero la Arqueología ha encontrado otros tantos de todo tipo de representaciones mitológicas, lo que nos hace ver la importancia de la religión como parte de la vida en general, y como parte de la decoración de sus objetos más privados en particular.

Este pequeño muestrario de lucernas usadas en la vida cotidiana dan a entender el gran repertorio decorativo que existía en el mundo privado romano, lo que otorga a los investigadores la cantidad de tipos decorativos tan distintos que por unos motivos u otros tenían importancia en el mundo romano. No obstante, los temas decorativos serían meros acompañantes de la verdadera función de la lucerna privada: iluminar las estancias de la casa llegada la noche, sobre todo en los banquetes.

Ahora, despabilado ya el maestro de ceremonia, había echado aceite a las lucernas moribundas, y los esclavos, después de frotarse un poco los ojos, se habían reintegrado al servio; en esto entra una instrumentarista que al ruido metálico de sus platillos acabó de despertarnos a todos.

Petronio, El satiricón, I, 22.


 
 
 

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