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Lucernas circenses

  • María Martín
  • 3 mar 2017
  • 2 Min. de lectura

La lucerna expuesta en la vitrina de tema circense es una lucerna de volutas que se caracteriza porque el rostrum y el disco se unen entre sí mediante unos roleos. En el interior de su disco aparece una representación circense en la que se distingue una biga de caballos, es decir, un carro de carreras tirado por dos caballos, orientada a la derecha sobre la línea de tierra y conducida por un auriga. La posición de los caballos con las patas delanteras levantadas y la del auriga con el cuerpo inclinado hacia adelante y llevando las riendas de los caballos nos indican que es un momento clave de la carrera.

Este tema fue muy frecuente en la decoración de las lucernas romanas en particular, y sobre relieves escultóricos, pinturas y mosaicos en general. La decoración basada en escenas de circo fueron casi tan populares como las escenas de gladiadores. En Roma este tipo de espectáculo movía a las masas, lo que sabemos gracias a la capacidad que tenían los circos romanos, en los que cabían grosso modo unos 13.000 espectadores, por lo que la expectación era máxima.

No obstante, no sólo se representó “la biga a la carrera” aludiendo al circo en las lucernas romanas, sino que también encontramos escenas de jubilator a caballo, esto es la representación de un jinete desnudo que cabalga sobre un caballo y porta en su mano un látigo o una fusta y cuyo trabajo era únicamente excitar a los caballos mediante los gritos y el dolor. Aparte, también encontramos escenas de desultor bien sobre un caballo al galope, o bien de pie. Un desultor era, a fin de cuentas, como un payaso de los circos actuales que se encargaba de hacer acciones graciosas y acrobacias para distraer y divertir a los espectadores entre los descansos de las carreras o mientras los jinetes preparaban sus caballos. Estos desultores podían saltar de un caballo a otro, y los conocemos gracias la representación de este momento en las decoraciones de las lucernas.

Gracias a las representaciones de escenas de carreras de caballos y payasos en los circos en las lucernas y otros objetos, sabemos que este tipo de espectáculo era muy solicitado por la población romana en general y particularmente por la población más baja, pues las lucernas son un claro aliciente del gusto popular, ya que el pueblo bajo también hacía uso de las lucernas y las decoraba a su gusto. Sin embargo, las escenas circenses fueron tan apreciadas por toda Roma que incluso Virgilio escribió sobre ello.

La energía, la edad y la casta del caballo se manifiestan cuando estos en veloz competición se lanzan con los carros a la pista, los jóvenes aurigas los hostigan restallando el látigo e, inclinados hacia delante, les aflojan las riendas, vuela el eje saltando chispas con la fuerza; (...) no hay tregua ni descanso, sino que se levanta una nube de rojiza arena; se humedecen con las espumas y resuello de aquellos que les siguen; tan grande es el amor de la gloria, tanto les preocupa la victoria.

Virgilio, Geórgicas, III, 105.


 
 
 

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